Nuestro aquelarre

2 de julio de 2010

Deseos Obscuros 1





                                                                           Capitulo 1
                                                               
                                                                         
                       
—Claro que iré—le grité furiosa a mi abuelo.


Él y yo nunca discutíamos pero esta vez era distinto.

Por internet había hablado con Itzel, mi mejor amiga en el pueblo y me había contado sobre la deplorable situación de mi papá. Normalmente él siempre guardaba algo de languidez pero ahora su nostalgia rebasaba todos los límites marcados por él mismo en los años anteriores. Y no todo era lo que me contó mi amiga, bastaba con verlo: sus ojeras eran más notorias y su sonrisa mas pérfida que nunca. La alegría falaz ni siquiera llegaba a sus ojos; las ventanas abiertas de su solitaria alma. Como si fuera poco se había desaparecido de Ciudad Hidalgo durante una semana (¡Quién sabe dónde diablos se metió!).

Antes Fidelmar (desde que se mudó lo llamo mucho por su nombre) vivía conmigo y con mi abuelo Eduardo (su padre) en Morelia pero un día conoció a Levi (su nuevo mejor amigo y socio) y decidió montar con él un despacho en Cuidad Hidalgo.

Levi Stewart tiene alrededor de treinta años. Es rubio de un metro setenta y cinco más o menos y guapísimo. Su historia es muy compleja. El estudiaba leyes en E.U. (su país natal) cuando sus padres murieron. Tuvo por consiguiente a los 21 años que hacerse cargo de sus hermanos menores: Anne y James (de 8 años en aquel entonces).

Se vino a vivir a México tiempo después y mientras hacia una maestría en la UNAM conoció a Phasifae Somers una estudiante de medicina muy bella con unos penetrantes ojos entre azules y verdes (mi padre siempre los elogiaba comparándolos con los ojos de una de las novias de Ramón López Velarde que los tenia de la misma extraña mezcla, la de "los ojos inusitados de sulfato de cobre") Fe (como todos la llamaban incluido Fidelmar) tenía unos sobrinos a su cuidado: Robert y Catherine Taylor (que rondaban la edad de los Stewart).

Según cuenta Fidelmar fue amor a primera vista y se casaron. Durante 3 años vivieron en el D.F. después hace algunos meses se mudaron al pueblo ¡todos! (si, con eso cuento a los hermanos de Levi y a los sobrinos de Fe). Lo más raro es que Anne y Robert estaban juntos.

En realidad en el fondo de mi corazón me gustaría odiar a los Stewart porque sin ellos Fidelmar se habría quedado en Morelia; se habría quedado junto a mí.

Malditos Stewart, repetí para mis adentros.

Pero no podía. Yo solo había visto a Levi un par de veces y el inspiraba todo menos rencor. Era amable, sincero, agradable… e imposible de odiar.

Al final con un poco de esfuerzo todo se arreglo. Mi abuelito acepto que viviera al menos un semestre con Fidelmar.

Los días siguientes hice mis maletas, recogí mis papeles de mi antigua escuela y me despedí de mis amigos. Ya no quedaba más sino sacar las raíces de Morelia para echarlas de nuevo al pueblo.

Los primeros 2 años de mi vida viví junto a mis padres en Ciudad Hidalgo. Después mi madre murió y el resto es historia. El cáncer sí que es cruel. Claro que todo eso sucedió hace más de 13 años pero en mi corazón la estaca seguía clavada. Creo que en realidad nunca la olvidaré ni me dejara de doler lo que pasó.

Escuché el claxon del coche de mi padre. Me sequé las lágrimas y me miré en el espejo para asegurarme de no tener rastros de haber sollozado. Cuando estuve segura bajé con todas las maletas que mi peso me permitió.

Fidelmar no había cambiado mucho desde la última vez que lo vi. Su cabello castaño obscuro (del mismo tono del mío) estaba despeinado, su bigote intacto y su cuerpo seguía siendo muy delgado.

Se veía muy pálido para mi gusto pero sus ojos estaban extremadamente felices.

—Fidelmar…

—Lizzie.

Literalmente se me lanzó encima. Pude reconocer el olor de cigarro al instante.

— ¿Sigues fumando?—pregunté con voz muy molesta.

—No—mintió de una forma nada convincente.

—Hay que bien por ti—le seguí el juego—. Es lo mejor.

—Lo sé…

—Pero sigues fumando—lo atajé y se puso rojo de la vergüenza—, no engañas a nadie.

—Al menos lo intenté—se disculpó encogiendo los hombros.

Subió las maletas a su flamante Altima azul marino.

Ya casi todo estaba listo: las maletas y Fidelmar en el carro; solo me faltaba despedirme.

Mi abuelito estaba apoyado en la puerta de la entrada con una sonrisa tan pérfida y falaz como la de su hijo.

Lo abracé. Por un momento sentí que no sería capaz de soltarlo. ¿Qué haría sin mí? ¿Viviendo solo? Tal vez…

Pero me detuve. Mi abuelito tenía setenta años y a pesar de eso era muy autosuficiente y se las arreglaría bien. Además no estaba solo, tenía a sus alumnos y a sus amigos de la universidad; él no se vería tan afectado por mi partida; pero yo sí.

No me malentiendan el pueblo no esta tan mal pero tiene un par de problemas. El primero es que no tiene cines, ni ferias del libro o universidades (las tres cosas principales para una chica de 15 años como yo), la segunda es que está un poco lejos de Morelia (y lejos de mi abuelito) y la tercera es su clima frio.

Al final lo solté con cierta aprehensión y subí al Híbrido antes de arrepentirme.

Fidelmar hubiera aceptado pero en mi mente ya no existía marcha atrás.

Sabía que no podría quedarme mucho tiempo en Cuidad Hidalgo por la universidad (ahí solo existía una instalación con la carrera de "Técnico en la madera" algo muy lejano a mis aspiraciones) pero me prometí a mi misma que al menos aguantaría un semestre.

Ya dentro del carro miré de reojo a través de la ventana mientras el motor encendía a mi abuelito por última vez. Lo vi derramar una lágrima tan pequeña y discreta que pensé que pudo ser producto de mi imaginación.

Me dormí un tramo del camino y cuando desperté ya casi llegábamos, lo supe por una cosa: el paisaje.

El cielo diáfano y azul de Morelia; soleado y ameno había quedado atrás. Los edificios de cantera, los centros comerciales… Todo.

Estaba en un planeta mutante. Note como la temperatura descendía; el cielo era de un azul opaco y desvaído tirándole a lo melancólico. Los pinos dejaban pasar una luz débil de los rayos del sol que al colarse entre el dosel de las ramas adquiría una tonalidad cetrina y lacónica. El lugar me inspiró por un momento soltarme a llorar.

Sentí un poco de humedad en el ojo derecho pero por fortuna la pude contener antes de que fuera demasiado tarde. Todo estaba bien. No podía ser tan débil y menos ahora que me mudaba con Fidelmar.

Yo amo a mi papá pero si soy sincera el siempre ha sido inmaduro. Yo en cambio me considero a mí misma una persona centrada que si bien tiene 15 años físicamente mentalmente al menos llega a los 17.

A él parecía agradarle la idea de que viviéramos juntos. Lo había preparado todo desde el uniforme y la matricula de la escuela hasta mi cuarto (bueno le sacudió el polvo).

En cuestión de minutos salimos de la carretera y entramos en el pequeño lindero que daba a la casa. Bajé del auto y me paré en la entrada.

Estaba tal y como la recordaba, de dos pisos, pintada de un color durazno desvaído con la puerta de roble, rodeada de árboles altísimos. Sería un poco extraño vivir ahí. En Morelia vivía en un departamento cómodo de tres habitaciones. No era muy grande pero me encantaba.

Así que me quedé ahí parada añorando mi antiguo hogar.

Fidelmar me ayudó y sin darme cuenta ya mis maletas estaban bajo el tejado de la casa. Tomé la primera y la subí al cuarto en silencio. En esa casa mi cuarto era el que daba junto con el cuarto del piano a la "calle" (como se le llamaba a la carretera en el pueblo).

No era muy grande ni muy pequeño. Estaba pintado de un color lila (el mismo de mi habitación en el departamento de Morelia) tenía una cama matrimonial con una colcha de flores violetas y azules que combinaban con la habitación; la ventana estaba flanqueada por unas cortinas blancas de diseños de corazones. Subí la siguiente maleta y acomode mi laptop en el escritorio de pino del cuarto.

La habitación contaba con un baño propio. Era muy lindo, con las paredes cubiertas de la misma loseta del piso. Un tipo de baldosa blanca con detalles rosas muy pequeños.

Cuando termine de desempacar me probé el uniforme de la escuela que estaba sobre mi cama.

En el pueblo solo existían 3 preparatorias. La primera era la Valladolid, la Justo Sierra y una particular de un tipo de franquicia escolar llamada IMA (Ignacio Manuel Altamirano) parecida a la MAC (Manuel Ávila Camacho) a la que asistía en Morelia.

Yo iba a ir a la IMA en la que estudiaban Itzel, mi prima Gaby y para sorpresa los Stewart.

Tenían 2 uniformes: el de diario que era una falda tableada y un suéter cerrado con cuello en v gris y una blusa blanca tipo polo (de manga larga en invierno y corta en primavera) con el sello de la escuela; y el de deportes que era un pants y una chamarra azul marina. La playera de deportes era blanca sin más detalles que una franja roja en el cuello.

Me observé ante el espejo y no me veía tan mal. En Morelia no usaba uniforme en la prepa pero recordaba el de la secundaria y el que llevaba puesto estaba mucho mejor que ese. Ya había comprado antes de venir un par de converse blancos, unos zapatos negros escolares y innumerables pares de calcetas y mallas blancas.

Así que en cuanto al asunto material estaba totalmente lista para ir a la escuela.

A la mañana siguiente me desperté con una sensación extraña en mi cuerpo que atribuí al nuevo comienzo. En mi calendario con un plumón rojo estaba marcado el día 13 de enero. Seguramente marcar de forma tan notoria la fecha me había causado un poco de temor.

Me quité mi piyama con rapidez y cuando me acabe de vestir ya me encontraba congelada. Me acomodé sin mucho esfuerzo el cuello de la blusa y me miré en el espejo.

¿A quien quería engañar? Yo nunca iba a encajar.

A mis 15 años tenía el pelo castaño obscuro a los hombros y mi piel era morena clara. En mis mejores días medía 1.58 metros. Jamás he sido gorda, pero tampoco tenía un cuerpo muy lindo; mis piernas eran muy delgadas y no era exactamente exuberante (sí, era un poquitín plana y doble sí, mis piernas eran de hilo). Respecto a mi cara mis ojos eran cafés (demasiado grandes y con ese color tan común como para si quiera soñar con destacar por ellos), mis pestañas largas (muy caídas para mi gusto) mi boca no era como pintada (me conformaba con un rosa tirándole al rojo en mis días más atractivos) y mi nariz no era respingada.

Además, por si fuera poco soy un bicho raro. No me acoplo bien con la mayoría de los chicos de mi edad. La mitad de mis amigos son más grandes que yo (no de 20 años sino grandes en serio, rozando lo viejo) y tengo un “poder especial”.

No se vayan a reír (sé que lo harán) pero cuando era pequeña intentaron secuestrarme. Por suerte no lo pudieron lograr ya que entre mi cuerpo y el del secuestrador se formo una especie de escudo que me protegió. No, él no podía pasarlo y cuando me disparó un somnífero este reboto en el escudo y regresó hacia él.

Al principio Fidelmar no me dijo nada pero al final me reveló que yo no era común, el escudo era mío. Bueno de mi madre. Al parecer era algo que me dio antes de morir.

Lo sé es estúpido pero cierto ¿y saben que es lo peor del caso? Que su explicación dejó mucho que desear.

Al final no entendí muy bien ni porque tenía eso, si mi mamá era una bruja o qué diablos.

Mis pasatiempos principales eran 2: escribir y leer.

Mi abuelito de vez en cuando publicaba una que otra novela. El año pasado yo le ayude y el 29 de septiembre se publicó nuestro primer libro juntos: Carlota.

Se trataba de la vida de Carlota de Habsburgo. Fue el libro mejor vendido de mi abuelito, y para ser mi primero estuvo muy bien. Desde entonces yo había estado trabajando por mi propia cuenta en una novela de vampiros ya que estos seres me inspiraban una gran curiosidad.

No estaba marchando muy bien porque iba muy avanzada pero contaba con muchas páginas en las que mis personajes no estaban bien desarrollados y necesitaban muchas correcciones. En especial Gabriel, el protagonista masculino.

Mis libros favoritos son muy variados pero en mi computadora y mi repisa se ve mucho a Jane Austen, William Shakespeare, Paulo Coelho, Stephanie Meyer, Anne Rice, L. J Smith, Pablo Neruda, Rubén Darío, Jaime Sabines, Javier García Lorca, Ramón López Velarde y Gustavo Adolfo Bécquer… Esos por más conocidos.

Siempre escribo con música que va desde baladas pegajosas, música clásica y rock pesado hasta electrónica y reggaetón.

Por todo eso nunca encajaría en una escuela con solo 435 alumnos. En Morelia mi escuela contaba en su matrícula a más de 800. Aquí en un pueblo tan pequeño donde todos se conocen seria la nueva atracción.

Abrí mi facebook por mero capricho y vi que el de varios de mis antiguos amigos ya estaba actualizado con fiestas a las que no había ido por empacar. Era triste pero ya todos seguían sin mí; incluso un chico que decía que estaba enamorado de mi ya tenía una novia ¿era tan irrelevante que en un fin de semana ya había sido sustituida con facilidad en mi pequeño grupo social?

Por un momento quise escribir un par de comentarios muy poco amigables en los facebooks de mis "amigos" pero rechacé el deseo. Eso no estaba bien, porque si tal vez vi herido mi amor propio cuando ellos hicieron eso no debía rebajarme a su nivel; además era lo justo: ellos empezaban una vida nueva y yo también lo hacía.

Me salí del facebook y apague mi computadora. Me hice con poca atención una cola de caballo y me lave los dientes. Seguido de esto baje y tome un poco de leche.

—Elizabeth, se nos hace tarde—gritó Fidelmar, ya afuera de la casa.

—Ya voy—contesté con voz seca.

Tire el resto de el vaso de leche en el fregadero, tome mi mochila y salí corriendo. Subí al Híbrido y mi padre arrancó el motor.

Que tu papá te tenga que llevar a la preparatoria se ve mal pero era eso o caminar 6 kilómetros todas las mañanas para ir a la escuela entre el lodo, la lluvia, el agua nieve, los charcos de agua y el frio tan intenso que a veces te calaba hasta los huesos.

—Lizzie, no sé si pueda traerte a la escuela siempre—me dijo arrastrando las palabras—, es muy tarde para mí.

¿Tarde? Levantarse a las 6:40 no era tarde.

— ¿Voy a tener que caminar?—se me hizo un nudo en la garganta; no quería caminar todos los días 6 kilómetros entre lo ya antes mencionado.

—No exactamente.

Mis facciones se relajaron.

— ¿Entonces?

—Estaba pensando en regalarte un coche pero no sabes manejar.

Mmm.… No sonaba tan mal me pregunte qué tipo de carro me regalaría…No era pretenciosa, un Volkswagen estaría bien… o tal vez una pick up… No tenía que ser caro solo contar con personalidad propia (eso es algo que no venden en las agencias por más dinero que lleves para pagarles).

Después recordé mis cortas clases de manejo con el abuelo y era pésima. Sabía encenderlo y todo la demás pero soy un peligro al volante.

—Me puedes enseñar—propuse—; aprendo rápido.

—No tengo tiempo—rechazó—. Pero los Stewart…

Y dale con los malditos Stewart.

— ¿Ellos qué?—lo atajé.

—Pues son muy responsables y todos manejan muy bien. Tal vez Anne o James te podrían enseñar después de clases.

—Ni siquiera los conozco.

—Te van a caer de maravilla, si te lo digo yo—me sonrió—. Son muy agradables.

—No lo sé.

—Vamos dales una oportunidad—me pidió.

—Bueno, pero tal vez no quieran—tenía una sonrisa traviesa escapándosele de los labios, las arrugas de sus ojos se hicieron más notorias—. ¿Ya se los pediste no es así?—le lancé una mirada envenenada y sus ojos no me supieron mentir—. ¿Por qué?—era más un reclamo que una pregunta.

Llegamos a la escuela. Era una construcción de 6 edificios de ladrillos con un estacionamiento en la entrada. Estaba flanqueada por árboles de coníferas. La mitad de los estudiantes me vieron dentro del Altima.

—Sabia que la idea te iba a encantar. Tu primera clase va a ser hoy después de clases.

Qué bien manejaba Fidelmar el sarcasmo.

— ¿Y cómo voy a saber quiénes son?—pregunte con voz renuente mientras bajaba del Altima.

—Lo sabrás al verlos—me respondió riendo de nuevo.

Cerré la puerta del Altima y se fue.

¿Qué clase de padre era Fidelmar? Tenía algunos meses de conocer a los Stewart, ellos podrían ser psicópatas y me dejaba a su merced.

Ok, ok estaba siendo un poco exagerada pero no era tan malo ¿o sí?

Al caminar hacia la puerta de la escuela pude sentir la mirada de mis nuevos compañeros fija en mi espalda.

Eran miradas nada discretas sino mas bien realizadas de modo groso y hasta cierto punto se podría decir que de mala educación.

Definitivo; era el centro de atención.
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Esta es, como muchos ya saben la novela que quiero publicar, ya he fracasado con una editorial (digamos que no estabamos de acuerdo) y con la nueva que tengo ahora, piensa que es mejor probar el libro antes, ya saben para saber que esta bien asi que sus comentarios los agradecere mil, de verdad, m gustaria se rompiera un record ya que los mas comentarios que he tenido son 7 unas dos veces y algunas entradas no tienen mas que uno o dos.


Gracias a todos los que me siguen y a quien comenta, tenemos 84 seguidores somos 85 si yo me siguiera pero no lo hago) por su apoyo, por los 101 premios que me ha otorgado, bueno nos veremos hasta el martes chicas porque salgo de la cuidad y despues el lunes es mi cumple 15 asi que no estare por obvias razones asi que dejenme sus comntarios, mensajes, recados en el cbox, y el martes seguro yo les contesto.


Los quiero a todos, un beso

8 comentarios:

Adriana dijo...

Me gusta tu forma de escribir, es bastante prolija y la historia ha logrado engancharme así que sigue!! un beso y espero ver pronto el próximo cap.

sandocan en bicicleta dijo...

si! lo lei! Excelente.
Siempre me quedo la duda de ese otro blog que me mencionaste con las poesias.. jamas lo encontre. Otra vez, no fuiste primera, sino que aun no habia moderado ningun comentario.. el dia que lo logres prometo ponerme tan contento como vos Isa!

Un saludote desde la lejania.

Ariusk dijo...

Hola mi colega querida no me avisastes malvada jeje pero me pase al ve el comentario en nuestro blog la historia me gusta bastante, eso del escudo de Elizabeth y toda la cosa me da intriga jeje espero le vaya muy bien a ver que tal son estos Stewart.

Sabes que lo que e leido de ti siempre me a gustado y esta no es la excepcion espero todo se te haga realidad linda.

Te deseo un Feliz de semana y por adelantado un Happy Birthay te mando un besote cuidate linda!!

Ale de Moesia dijo...

Is!!

Mis felicitaciones por esta historia. He de confesarte que necesito leer mas por que me ha engachado.

Feliz cumple mi Is!!

saludos!!

Xau!!

Suerte!

Irene Comendador dijo...

Cariño te quedo estupendo, perfecto, tantos detalles y descripciones, pues casi puedo sentirme en el pellejito de la protagonista, y se nota la intriga de saber como son los amigos esos tan "raro" al parecer, y ella deberia estar contenta, la regalaran un coche , ya me hubiese gustado a mi qeu m elo hubiesen regalado antes, ajajajaj
Bueno no me enrrollo, pero solo decirte qeu estoy deseando qeu publiques el siguiente capi, porque ya quierop saber que la pasa a esta chiquilla de culo inquieto, un beso y recuerda qeu te quiero mucho mi niña

Irene tu hermanita

Irene Comendador dijo...

Siento no haber comentado antes, pero de verdad qeu no vi la entrada, si no llegas a decormelo en el cbox, de seguro se me pasa, jajajajajaja
bueno ya esta arreglado, besos

leire dijo...

Hola mi niña en primer lugar Felicidades!!
Eres increible cielo con 15 años y esa mentalidad,desde luego es un don lo que tienes para escribir,nadie que lea tus historias sin conocerte diria que eres tan joven,tus historias estan llenas de sentimentos,atrapas a la gente con tu forma de escribir.
Ya estoy deseando seguir leiendo la historia,tu haces con tu forma de escribir que me enganche,la intriga que das y tantos detalles haces que me meta en la historia,cariño a mi no me gusta a consejar pero te dire que para mi es una historia que de primeras engancha,al terminar de leerla la he vuelto a leer porque me ha parecido corta y eso es bueno que sea facil de leer,si sigues adelante con ella que sepas que tendras mi apoyo y la seguire cada vez que publiques,un abrazo princesa

Teles dijo...

¡Is preciosa! ¡¡Me encantó!! ¡¡Estoy deseando leer el siguiente capítulo!! No dejes de recordármelo cuando publiques porque soy un despiste con piernas y no quisiera perderme ningún capi.
Pues eso, que el 8 es mi número favorito :-D
Mil besos.
T.