Nuestro aquelarre

7 de mayo de 2010

Escape


-¿Qué es lo que haces aquí?

Me cuestiono Seth tomándome de los hombros, deteniendo mi carrera contra mis recuerdos, contra los recuerdos que me estaban aprisionando a mí misma.


-es…


Quise contestarle pero se me cortó la voz y no pude volver a articular palabra en ese momento. Era como si no encontrara mis labios para contestarle, como si hubiera olvidado cómo hablar.


-¿piensas contestarme Carolina?


Clavo su vista en la mía y de pronto me estremecí, como si tuviera un presentimiento.


Él lo capto al vuelo y se quito su saco negro, cubriéndome con él la espalda.


Yo no sabía qué hacer. Estábamos en un estacionamiento, a mitad de la noche, solos, los dos, sin ningún posible testigo y por dentro sentía algo, algo que necesitaba sacarme para poder seguir adelante, para avanzar.


No pensé. Simplemente estire mi mano con cautela y al ver que no me rechazaba invoque a mi diosa, esperando que funcionara y lo hizo.


Se me cerraron los ojos y veía lo que le mostraba mientras él lo veía también. Le mostré todo lo que había sentido esa noche, la culpabilidad de mis pensamientos, mis deseos de disculparme con mi "novio" pero también le mostré toda la escenita del baño. Claro que inconscientemente se lo mostré con la menor emoción posible.


Cuando terminaron las imágenes lo solté, y abrí los ojos.


Su rostro estaba inescrutable como la mayoría del tiempo pero de sus ojos se escapaba una llama de ira demasiado notoria e intensa como para no caer en cuenta de ella.


Me abrió la puerta de su coche (estaba al lado de nosotros) y subí. Era un Aston Martin Vanquish.


Ahora, bien ni se mucho de autos ni son para nada mi perdición pero ese modelo convertible en lo particular siempre había llamado mi atención. Y subí un poco emocionada sin imaginar todo lo que podría suceder si lo hacía.


El subió también (del lado del conductor por supuesto) y arranco el coche. Iba muy rápido pero realmente no me importo, a mí también me gustaba la velocidad.


-¿adónde quieres ir?


Me pregunto mientras se detenía en la avenida principal de la ciudad, esperando mi respuesta.


Otra cosa que ni siquiera pensé.


-a cualquier lugar-le conteste-a cualquier lugar que no sea mi casa-.


-de acuerdo-dijo resoplando-a tu casa no.


Y salió de la avenida.


Íbamos en silencio y esto me dio un poco de tiempo para pensar. Había decidido no ir a mi casa y sabía perfectamente que cuando dieran las 4 de la madrugada (que era mi toque de queda) y mi mama no se enteraría de si estaba o no en la casa. Pero mi papa era harina de otro costal. Como el no vivía conmigo cuando me llamara a las 4 en punto, siempre exacto le podría mentir, diciéndole que ya estaba en la casa pero… ¿Qué pasaría la mañana siguiente cuando no diera rastros de mi existencia? De seguro el pensaría que estaba con el idiota de Gonzalo y lo llamaría pero este le diría que no sabía nada de mi desde la noche anterior asi que el seguiría buscando y era capaz de ir a locatel.


Además del hecho inminente de que lo preocuparía pero… ¡necesitaba irme! ¡Necesitaba escapar de ahí!


El carro se detuvo, interrumpiendo mis cavilaciones.


James abrió el porshe de una de las casas y estacionamos dentro de esta. Estaba, si no me equivoco en la colonia Chapultepec, la cual era (sin contar a loa fraccionamientos privados fuera de la ciudad) la más cara y lujosa del municipio.


Bajamos del carro y él me abrió la puerta de la entrada de la casa, dejándome pasar. Por dentro la casa estaba realmente bien, era muy linda y decorada con buen gusto.


Todas las paredes eran blancas, y los sillones de la sala de estar eran rojos, de un color que me encanto desde que los vi.


-¿aquí vives?


Le pregunte, rompiendo el silencio.


-si a lo que yo hago se le puede llamar vivir.


Respondió con acritud.


-¿a qué te refieres?


Inquirí entornando los ojos.


-es difícil de explicar…-dudo-¿te sientes bien?


Eso no me lo esperaba, la preocupación que se filtraba en su voz, su mirada impulsiva buscando rastros de algún daño ¡yo le interesaba!


-por supuesto-dije inmediatamente-¿Por qué no habría de sentirme bien?


-después de todo lo que hizo ese estúpido…


Refunfuño mientras cerraba los puños, molesto.


-no fue nada.


Me limite a contestar pero esto no lo convenció.


-cuando te veo… siento como si trajeras una máscara, una máscara que cubre lo que realmente eres…


-¿Qué es lo que crees que cubro?


Lo rete.


-cubres tus emociones, te cubres a ti misma porque tienes miedo de abrirte a alguien y que este te haga daño.


-no te entiendo.


Le confié con mis ojos clavados en los de él. Poniéndole toda la atención posible.


-es que no está bien que hagas eso Carolina, que lo hagas solo por miedo de que te lastimen.


Y todo estuvo claro, el tenía razón. Yo si me cubría pero es que Seth no entendía… yo, por ejemplo me abrí parcialmente a Gonzalo y a Lucia ¿y qué fue lo que logre? Que me engañaran, que traicionaran mi confianza y ¿cómo se suponía ahora que pudiera abrirme de forma total a alguien cuando la experiencia anterior había resultado tan amarga? ¿Cómo abrirme?


-¿Qué quieres entonces? Que viva tipo carpe diem por el resto de mi vida.


Lo analizo.


-eso no estaría nada mal ¡tienes que expresar tus emociones! No puedes callarte todo.


Este juego de que me aconsejara ya me estaba hartando ¿el que sabía de mi? ¡Nada!


-¿y por qué no sigues tu propio consejo?


Mi voz era mordaz, más que de costumbre.


-¿Qué?-su sexy voz resonó en mis oídos-¿quieres que te demuestre lo fácil que es abrirse?


Definitivamente me estaba retando.


-me encantaría oír tal cosa.


Intente aparentar que no me estaba muriendo de las ganas de saber que se traía entre las manos.


-soy un Tremeré mestizo-me rebelo-un vampiro-.


Me quede callada analizando sus palabras una por una… asi que por eso era tan pálido y aun más atractivo que la mayoría de los hechiceros comunes, porque él era un hechicero antiguo, de esos que nuestros enemigos, los vampiros convirtieron para destrozar a nuestro aquelarre mayor, claro que no lo lograron, por supuesto.


-¿entonces?


-tengo 140 años-me confesó-.


Si los libros de textos vampíricos que leí por medio del aquelarre era ciertos eso significaba que su vida no había sido nada fácil, era como si hubiera sobrevivido la guerra mundial, como un judío, de esos que llevaban a los campos de concentración ¡pobrecito!


-no quiero tu lastima-me contesto al darse cuenta de por donde más o menos iban mis pensamientos-lo único que te digo es que ya me abrí contigo… ¿harás lo mismo conmigo?


Dijo, volviendo a ser frio y calculador, borrando de mi mente los pensamientos positivos hacia él.


-tu ganas-acepte resoplando-¿quieres que me abra? Bien, me abriré contigo. Sí, me siento destrozada por dentro, yo creí que amaba a ese maldito, y él me pago engañándome con mi mejor amiga, me siento engañada, y no solo por el… sino por todas las personas que hay en mi vida…


Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos pero ya no me importaba.


-¿Qué más quieres saber?-continúe-mi vida fue una mentira hasta que cumplí quince, mi madre es una alcohólica y mi papá es la única persona que realmente tengo en el mundo, pero eso no importa porque él no es como yo. Mi abuela, la que me inicio como Hada Obscura cuando me transforme no me quiere realmente, ella solo está interesada en mi potencial, en el hecho de que soy la bruja más poderosa que ha existido al menos en 5 siglos y en lo que puede sacar de mí. Soy la chica más popular de la escuela, pero solo por lo que puedo ofrecer, no por lo que soy… ¿lo entiendes? A nadie le importa realmente lo que haga con mi maldita vida…


Tal vez eso no era totalmente cierto pero asi me sentía en ese momento, reducida a polvo.


-eso no es cierto-negó con fuerza mientras me envolvía en sus brazos-.


Mis lagrimas brotaban inconmensurables y estuve asi, largo rato, llorando entre sus brazos, pero debajo de ese dolor, debajo de lo que me destrozaba en ese momento había algo mas en mi ser…


-lo lamento-me disculpe por el aun entre sus brazos-no debí hacer esto, además tú tienes novia y…


-Emma-pronuncio su nombre con voz desdeñosa y vacía-no sé ni siquiera lo que siento por ella.


-¿a qué te refieres?


Quise adentrarme en el asunto.


-hemos estado "juntos" por asi decirlo durante más de 90 años, yo la convertí en un descuido, ella lo quería pero no yo y ahora… después de estar con ella tanto tiempo y nunca haber pensado en comprometerme a veces me pregunto si estoy por ella porque la amo, o si es solo que ya me acostumbre a estarlo.


-vaya, eso esta…-pensé en la palabra correcta-mal, está muy mal.


-lo sé pero es que… tiene mucho tiempo que no salgo con alguien, que no empiezo de nuevo y no se…


Por un segundo deje de pensar en mi para concentrarme en el, realmente se estaba abriendo y… sentía que su dolor era mi dolor, que estábamos unidos.


Alce la vista para mirarle y cuando nuestros ojos se encontraron lo supe.


Me lance a besarlo, a besarlo con ganas y él me contesto al principio. Sus labios eran fríos, y suaves. Me devolvieron el beso con pasión, ansiosos mientras su mano se enrollaba en mis mechones revueltos de pelo rizado.


Me quito de encima su saco, el que él me había prestado y acaricio mi espalda con suavidad, provocando que me estremeciera bajo su contacto.


Entonces aparto su rostro, ese bello rostro que había dado vueltas en mi cabeza durante toda la mañana.


-¿estás segura de esto?-me cuestiono con voz fuerte-no me puedo comprometer a no lastimarte-.


-yo tampoco. Carpe diem.


Le conteste de mala gana anhelando otra vez el rose de su boca en la mía.


El suspiro y dijo resoplando:


-carpe diem.


Entonces él también se lanzo. Cada beso era más intenso y necesitado que el anterior. Me bajo la cremallera de mi vestido mientras yo lo despojaba de su playera. Era algo inexperta en esto, porque anteriormente no había pasado de los besos pero me sentía cómoda con él, tan cómoda como para saber que quería que mi primera vez fuera con él, ahí, en ese preciso momento.


Y cuando nuestras ropas cayeron al piso me sentí de cierta forma liberada, liberada porque él y yo estábamos en ropa interior, al mismo nivel y porque ya no tenía ese horrendo vestido que Gonzalo me había regalado… por que lo había dejado todo atrás y esa Carolina no era la niña estúpida con la que todos hacían lo que les parecía, ahora era una Carolina distinta, una Carolina más fuerte, una a la que nadie pisaría.


Me lance sobre él y caímos al sillón, donde cada vez los besos incesantes me mareaban mas, la frialdad de su cuerpo contra el mío (no sé porque estaba frio). Estábamos unidos, no era solo el sexo común, era un lazo, como si entre nosotros existiera un lazo que nos uniera, un lazo de deseo, de comprensión mutua, un lazo que nadie podría romper jamás, un lazo indestructible.


-Carolina…


Gimió pronunciando mi nombre con voz seductora, extasiado…


Los acontecimientos de aquella tarde habían sido desgarradores para ambos pero ahora me sentía mucho mejor. Era como si hubiera olvidado todo, como si lo único que importara fuéramos nosotros, en nuestro propio mundo donde nadie más existía.


Y me traspaso con la mirada esperando mi respuesta… esperando a que tomara mi decisión.


Una decisión que lo cambiaria todo pero que, de cierta forma ya estaba tomada.

3 comentarios:

Irene Comendador dijo...

Carpe diem, ¿eh?, me encanta la idea, tu capi me gusto mucho, espero no tardar en leer el siguien.

Siento haberte dejado con esa sensacion con mi ultimo capi, ¿me perdonas?
espero que si, prometo no tardarme mucho, hasta yo quiero saber como sigue.

UN muerdibeso princesita, nos vemos pronto y gracias por darme tu apoyo, me haces feliz guapa.

anny96 dijo...

olaa
si jaja,carpe diem
vive el momento!!!!!!!!!!!!!
la historia esta muy buena de verdad
me encanta!!
bss

¡¡bamh!! dijo...

Wow!
Me dejas anonadada...
XD
Sigo, sigo :P