Nuestro aquelarre

21 de diciembre de 2010

Deseos Obscuros

        Capítulo 6

     Dudas Restantes

 

El mes que le siguió a la cita que me hizo novia de Cristóbal fue muy distinto a mis primeros días, casi predecible.

En la cafetería me sentaba con Gaby, Itzel, Cristóbal, Fernando y Dulce.

La escuela iba realmente bien. Ya había conseguido adaptarme. Los maestros eran fáciles de manejar. De hecho estaba segura de que mi boleta iba a estar tapizada de dieces y nueves; salvo por una sola materia.

Desde aquel miércoles en el que James me había ayudado en Matemáticas había perdido todo contacto con él. Eso no era de mucha ayuda para el hecho de que era pésima en mate.

Él se sentaba a mi lado pero yo sentía que había kilómetros de distancia entre nosotros. Nunca me volteaba a ver, era como si me hubiera impuesto la Ley del Hielo. Como si yo fuera una paria de las peores. Era invisible.

A mí eso no me importaba. Yo tenía a Cristóbal que era perfecto para mí. Era dulce, tierno, gracioso… Como mi mejor amigo. Ya estaba, lo había dicho. En realidad Cristóbal era guapísimo y yo lo quería mucho pero eso no era suficiente.

Me gustaba estar con él, salir a pasear juntos pero yo no me sentía como en las películas. Ya saben cuando la chica se enamora por primera vez y haría cualquier cosa por su coprotagonista.

Todo esto lo colegí a partir de la cosa más importante para mí. La cosa sobre la que mi mundo giraba: mi libro.

Desde la última vez que había estado con James mi escritura se estaba yendo para abajo como caída libre.

Ya tenía un titulo para el libro: Anhelos Obscuros. Mi historia tal vez nunca sería el mejor libro del universo (ni ganaría un premio nobel o seria nombrada la onceava musa) pero a mí me fascinaba. Era sobre una chica de 17 años que quería ser escritora. Ella conocía a dos hermanos por los cuales se sentía atraída. Ellos eran completamente diferentes. Gabriel era el mayor: con los ojos dorados, el cabello castaño, un 1.74 de estatura y una sonrisa de comercial. El era muy obscuro y críptico. Al principio ella se sentía totalmente atraída por él, pero después conocía a su hermano. Mateo, era más juvenil, abierto y diáfano. El no conocía la palabra secreto.

Sofía no tenía mamá (un capricho de mi parte) vivía con su padre. En fin ella era novia de Gabriel al principio, pero luego comenzaba a dudar y…

Eso era todo lo que junté en esos meses. Últimamente (para ser más exactos desde que James me había impuesto la Ley del Hielo) estaba teniendo muchos problemas con el famoso “bloqueo del escritor”.

Cristóbal era muy simpático pero yo necesitaba a alguien para basar a Gabriel en él. Necesitaba a James.

Aun a pesar de esto yo jamás lo aceptaría. Mi orgullo era tan grande como el infinito y yo no me lo tragaría por nada del mundo.

Estaba pensando en todo esto en la clase de Química cuando mi novio interrumpió mis ensoñaciones.

—Pss… Liz… pss…

Cristóbal me pasó un papelito.

Ya sé cómo podemos averiguar lo que querías saber sobre los vampiros. Solo necesitamos estar solos, y una computadora. De preferencia tu lap para que nadie nos vea ni sepa lo que buscamos.

¿Está bien hoy después de clases?

Mmm.… Ya tenía un mes acumulando miles de dudas sin responder. No estaría nada mal encontrarles una respuesta a un par al menos.

Si, hoy está bien. En mi casa a las 5 pm en punto ¿Te parece?

Le regresé el papel.

Ok. Entonces… ¿Y si me presentas a tu papá?

Ehh… lo volteé a ver y estaba dedicándome una de esas sonrisas de “por favor”.

Si es una broma no me parece cómica. Y si no lo es no pienso hablar contigo sobre conocer a mi padre mediante un papel.

Me dirigió una mirada un poco decepcionada mientras asentía.

La clase se me fue volando. Intentaba prestar atención pero era muy difícil. La pregunta de Cristóbal me había dejado en shock. Yo lo quería mucho pero… presentarle a mi papá un novio estaba en mi lista de cosas que jamás de los nuncas quiero hacer.

Ya, en serio, dejando el dramatismo de lado no quería hacerlo. Al menos no aún.

Tenía 15 años. Mi papá apenas asimilaba la idea de que yo, su hija pequeña, tuviera un novio. Imagínense como iba a reaccionar cuando se lo presentara. De hecho ni siquiera le había explicado bien la situación. Solo había hablado una vez con él de Cristóbal; el día que nos hicimos novios:

—Y dime… Exactamente ¿ese chico Cristóbal que es de ti?—me cuestionó al llegar a casa en la noche.

—Pues es algo así como mi novio—de inmediato los colores se le subieron al rostro y parecía que se estaba atragantando con la pizza.

—Papá…—le pedí.

— ¿Lo es o no lo es?—logró escupir la pregunta— ¿Elizabeth?

—Apenas comenzamos a salir. Te lo digo para que después no te sorprendas.

—Dices que es el hermano de Itzel.

No era una pregunta.

Asentí.

—Está bien.

Como se suponía que después de aquello llegara a mi casa tomada de la mano de Cristóbal. No, no sería horrible, y después no quería que comenzara a intimidarlo ni nada, no lo mejor era alejar a Cristóbal de mi papá.

El timbre sonó dándole fin a la clase y a mi pesadilla.

— ¿Entonces Liz?—me preguntó sonriendo.

—No lo sé.

Íbamos conversando mientras nos dirigíamos a la siguiente hora, que nos tocaba en salones contiguos.

— ¿Y quién lo sabe?

—Creo que no es conveniente—noté como su sonrisa se deshacía al escucharme—, al menos no por ahora.

— ¿Por qué no Liz?

—Es muy pronto. Casi acabamos a comenzar a salir. Aun no nos conocemos bien.

Tomó mi mano y la entrelazó con la suya.

—Yo sé todo de ti—me contradijo—. Todo lo que es necesario.

—No, no lo sabes.

—Vamos a hablar después ¿sí? En tu casa—me percaté de que James estaba caminando justo detrás de nosotros ¿habría oído todo?, yo esperaba que no.

— ¿Entonces si vas a ir a mi casa?—dije, intentando evadir mis pensamientos.

—Si nena (odiaba que me llamara así), obvio, nos vemos a las 5 en punto —confirmó.

James formó una sonrisa mordaz cuando oyó esto. Yo solo me concentré en no parecer disgustada por lo de "nena".

Nos detuvimos en el salón de mate. Él tomó una de mis mejillas con sus enormes manos y se inclinó para besarme. El beso fue más largo que los demás. Sus labios eran insistentes, y chocaban contra los míos como pidiendo algo que no podia darle. En cierto momento llegué a pensar que marcaba su territorio.

Al final nos separamos con la respiración entrecortada.

Nuestras manos se desenlazaron y su vista se fijó en la mía de una forma especial.

—Te quiero Elizabeth—me confesó sin más, ahí, a medio pasillo, frente a muchos de nuestros compañeros—. Estoy enamorado de ti. Te amo.

—Gracias.

En el momento en que le agradecí supe que había cometido un gran error.

El me había dicho que me amaba y yo le contesté: “gracias” ¿Qué clase de novia…? ¿Qué clase de relación era esa en la que mi novio me decía que me amaba como si fuera muy en serio cuando ambos teníamos solo 15 años y yo le contestaba agradeciéndoselo?

—Hablamos después—dijo con el rostro descompuesto y se fue con justa razón.

Entré a mi clase con la vista fija en el suelo. Aun así pude ver a James y notar como parecía reír. ¡Qué digo reír! Se estaba carcajeando a lo grande. De seguro que escuchó todo el drama entre Cristóbal y yo. Estúpido vampiro.

Esta era la segunda vez que lo insultaba (sin contar cuando decía: ¡malditos Stewart!)

Realmente comenzaba a odiar a James. Él se creía tan perfecto con su deliciosa anatomía, sus bellos ojos dorados, su fantástico cabello cobrizo, su inteligencia innegable, sus besables labios y…

Recordé a un amor imposible que había tenido Itzel por un tiempo. Él muy idiota le había dicho: “yo gano en todo, hasta en los corazones”.

¿Se puede ser más egocéntrico? Sí, James lo era.

Con las complicaciones y todo el día concluyó. Como si yo no tuviera ya bastante al salir de mi última clase me llegó un mensaje al celular:

Liz, no voy a podr pasar x ti. T vas con James y nos vmos en la ksa ¿ok?

Genial. Lo que me faltaba: que James me llevara a mi casa en uno de sus flamantes coches.

—Elizabeth…—me llamó esa inconfundible voz.

—James—mi voz, en cambio, era lo más recalcitrante posible.

— ¿Te llevo a tu casa? —preguntó con gesto inocente como si yo fuera una soberana mentecata.

¡Ja! Me equivoqué antes ya que eso si era lo que me faltaba.

—Preferiría ir con Anne—respondí tan fría como el hielo. Tan fría como su piel—, si no le molesta a ella.

Su rostro realmente denotaba una tremenda confusión. Aquello me encantaba.

Abrió la boca para decir algo pero lo pensó mejor y guardo silencio. Se dedicó a sostener mi mirada. La fijeza de sus pupilas comenzó a atolondrarme.

— ¿Por qué me miras así?—le reclamé.

—Puedes ir con Anne—habló al fin—. Si eso quieres.

Anne llegó en cuanto él me dio esta opción, y se puso al lado de su hermano, sonriéndome con calidez.

—Si eso quiero—repetí aunque creo que no era necesario.

—Hola Elizabeth. ¿Te vas conmigo?

—Como…

—Veo el futuro—me respondió como si aquello fuera común—James dile a Robert que se vaya con Cathy.

—Está bien—aceptó con un gesto de suficiencia—. Adiós Elizabeth.

Parecía algo fastidiado cuando se marchó… ¿Ustedes creen que me excedí? No, no le merecía eso y más.

—Sube—me pidió Anne—, está abierto.

Entramos a su Beatle y arrancó el motor. La aguja de velocidad se movió con velocidad. Para cuando acordé ya íbamos a unos ciento cincuenta kilómetros por hora.

¿Todos los Stewart eran locos por la velocidad?

—Mi hermano me contó que puedes robar recuerdos.

—Algo así. Pero tú vez el futuro—torció la boca al oírme—, eso es mucho mejor.

—No te lo creas—difirió—. El futuro cambia constantemente. Ser clarividente no es el mejor de los dones. El tuyo me gusta mucho más.

— ¿Solo tú y James tienen dones?

—No, casi todos en mi familia los tienen—dijo con la vista en el frente pero prestándome atención regular—. Levi es el único sin ellos. Fe es algo así como un detector de mentiras, Robert maneja las energías de las personas a su alrededor. Es algo así como un valium emocional. Catherine es un valium pero físico. Una persona simbiótica. James lee mentes y yo veo el futuro. Entre nosotros existe un lazo especial, por eso, el día que te conocí pude saber lo que pensabas. A veces intercambiamos nuestros dones pero no muy a menudo.

— ¿Lo tomas prestado?

—Algo parecido—guiñó el ojo—. Es un poco difícil de explicártelo la verdad…—me miró con una curiosidad enorme— ¿Cuándo me vas a platicar lo que sucede entre ustedes dos?

Me quedé atónita. Ella sí que iba al grano.

— ¿Quiénes?—me hice la tonta.

—Por favor Elizabeth, no hagas esto, tú sabes de quien hablo—replicó.

Sí, lo sabía pero no iba a soltar la sopa.

— ¿Qué? Entre nosotros no sucede nada, nada de nada. Él ni me habla—coloqué mi mano en la mejilla y ¡sí! Comenzaba a ruborizarme como ya es mi costumbre.

Me sentí caliente.

Para colmo hablé muy rápido, sólo esperaba que ella no supiera que ese era como un delator para saber cuándo mentía.

— ¿Si no sucede nada porque tomas ese color carmesí tan notorio?—suspiró hastiada—. Pensé que éramos amigas…

—Sí—sí, lo éramos, podia sentirlo—, pero…

Lo analicé intentando encontrar una palabra apropiada pero era muy difícil. No sabía ni como describirlo.

—…Es complicado…

—Creo poder entenderlo—con un dedo tamborileó en su muñeca señalando un finísimo (y de seguro costoso) reloj plateado— ¡Vamos!

Aquel pequeño duende sí que era impaciente.

—Creo que me odia—le confesé en un murmullo.

— ¿Por qué piensas eso?

—Por todo. O tal vez le soy indiferente… No lo sé realmente. Incluso puede que sea un poco ambas cosas.

—Claro que no niña tonta—me dio un zape.

Anne podía ser violenta si se lo proponía.

—Ay… —me quejé. Su mano era pesada.

—Lo siento—se disculpó—. Soy un poquito más fuerte que tú.

—Ya lo noté—comenté riendo mientras me sobaba la cabeza.

— ¿De qué te ríes?

—No lo sé.

Y esta vez ella rio junto a mí. Aquello fue un poquito incómodo… ¿Por qué mi risa sonaba como un ruido torpe y desbocado al lado de la suya de campana afinada?...

Se detuvo. Ya habíamos llegado.

—Muchas gra…

Hizo un mohín.

—Adiós Anne.

—Así está mejor.

Me dio sendos besos en ambas mejillas. El contacto entre nosotras me agrado. Sentí que éramos cómplices. Como si fuéramos amigas de toda la vida.

—Antes de que te vayas quiero decirte algo Elizabeth.

—Lo que quieras.

Parecía solemne.

—James no te odia; y mucho menos le eres indiferente. Él es muy complicado pero le importas…

—Ehh…

—Dale una oportunidad—me pidió como si fuera su madre.

Entonces arrancó el motor del coche en punto muerto. Yo capté la indirecta, bajé aprisa, cerré la puerta y ella voló con todo y su Beatle.

Me dispuse a hacer la tarea. Ni siquiera comí. Yo sé que les va a sonar un poco obsesivo—compulsivo pero James había regresado a mi mente.

“Él es muy complicado pero le importas”.

¿Era posible? ¿James podía sentir algo por mí?

La pregunta dio vueltas en mi cabeza.

Las temidas 5 en punto llegaron y Cristóbal (tan puntual como siempre) ya tocaba mi timbre.

Aspiré aire con tranquilidad y abrí la puerta.

—Lizzie… ¿Qué tal esta mi novia?

Él lucia tan desenfadadamente atractivo y juvenil como siempre.

—Bien—le di un beso muy rápido en la mejilla—, pasa…

Entró un poco extrañado por estar en mi casa.

—Ahí está la lap—señalé la mesa— ¿Quieres algo de tomar?

—un refresco.

Fui a la cocina y se lo serví de forma mecánica.

—Ten—se lo puse en la mesa.

—Siéntate—le dio unas palmaditas a la silla que estaba junto a él—, ya abrí la página.

Lo obedecí y vi en la pantalla de la computadora una letras rojas enormes que parecían gotear […]

…Decía INVESTIGACIONES VAMPIRICAS…

— ¿Es esta?

—Si—se limitó a contestar.

La página era muy extensa pero intentaré explicarla lo mejor posible.

Primero tenía un escrito enorme en el cual aclaraba que no era un sitio de citas ni nada por el estilo. Después la escritora (una mujer llamada Esteé) mostraba su perfil. En él decía que tenía alrededor de 80 años, era una nigth—timer y su esposo llamado Edward era un clásico. Ambos de alimentaban de animales para sobrevivir.

Bajo esto había unos 20 títulos referentes a los diferentes tipos de vampiros y mitos (además de algunas preguntas comunes).

Cristóbal y yo comenzamos de poco en poco. Leímos con lentitud (incluso más de una vez) los escritos de los clásicos, los herederos, los genéticos, los simbióticos, los nigth—timer los poseedores de dones, la familia real, el virus del V5 y cosas por el estilo.

Al leer esa página la mayoría de las utopías y quimeras que residían en mi mente se desmoronaron. Aquella información era muy desalentadora por que decía básicamente algo como:

"Sí, existimos muchos tipos de vampiros. La mayoría somos capaces de curar con rapidez, regenerar órganos y romperle el cuello con un par de dedos. No, no nos dañan el ajo, los crucifijos, las estacas y el Sol solo les causa alergia a algunos. No, no tenemos los ojos rojos, ni somos todos de color traslúcido, a decir verdad con una buena alimentación (ganado) podemos aparentar ser un humano común, un poco más bello pero común.

Sí, la mayoría de nosotros contamos con características especiales de nuestra naturaleza como la velocidad, coordinación, oído más potente, mejor vista y precepción en general de todos los sentidos, memoria fotográfica además de inteligencia innata (refiriéndose a lo innato como al momento en el que se convierten).

Sí, algunos de nosotros son “poseedores de dones” tales como borrar tu memoria, tener poder de convencimiento, leer tu mente, ser clarividente, robar energía (ya sea positiva o negativa), o ser rastreadores.

Sí, nosotros también tenemos leyes y algo así como un “gobierno” que es la familia real vampírica, ella es la que se encarga de los cursos de "educación vampírica" y de castigar a quien infrinja las normas impuestas para nosotros.

Se piensa que somos inmortales por que existen vampiros de hasta 3,000 años y hasta la fecha no se tiene reporte de ninguno que haya muerto por causas naturales.

No, olvídate de una vez de los sueños y telarañas que los libros como Drácula, Crónicas Vampíricas, Vampire Diaries e incluso Crepúsculo entretejieron en tu mente. En el mundo real no existe ningún Edward Cullen, Stefan Salvatore ni Leslat esperándote en la esquina. La mayoría de los vampiros NO contactan con los humanos, o si es así, los usan como “donadores”. Si la historia de Isabella Swan fuera basada en hechos reales lo más probable es que él no hubiera podido tener hijos, ella se hubiera contagiado o convertido desde que tuvieron sexo, se hubiera visto obligada a asistir al menos a un curso de “educación vampírica” y los Vulturi los hubieran matado a todos.

Lo lamentamos (sé que el libro es genial y te encanta. Mis disculpas a Steph la amo) pero ahora ya sabes la verdad. Algunos vampiros son estériles y otros no (dependiendo de su nivel de virus en la sangre). Los hay de todos los tipos: santos, no tanto, malos y demoniacos.

Un donador es un humano que nos da sangre por su propia decisión; algunos les llaman neveras. Esto es peligroso ya que (no tanto en el vampiro) se crea un lazo adictivo entre ambos. El vampiro quiere más sangre de aquella persona y la persona se llega a enamorar. Es verdad que algunos vampiros se enamoran de humanos pero NO por eso los convierten, verán, nosotros estamos acostumbrados a la muerte y la mayoría creemos que al convertirse el alma se pierde entonces… ¿Si estuvieras enamorado de alguien le robarías su alma, su humanidad y todo eso?

Así que muchos (como fue mi caso) al enamorarnos de un mortal vivimos con él hasta que muera (sin infectarlo).

Convertirse en un vampiro no es nada glamoroso. Al principio te sientes muy mal, como si tuvieras una resaca terrible. Al final algunos no aceptan el cambio. Sufren el dolor y siguen siendo humanos. Existen varias formas de contagio, saliva, por transmisión sexual, mordida o fusión de sangre con una infectada. Esto depende de la persona; unas (la minoría) nunca se contagian y otras lo hacen al instante.

Los vampiros se transforman de modo constante y cambian de identidad como de zapatos. Si crees que estás seguro en la iglesia y que en ese lugar no entraremos estas equivocado.

Si te preguntas por que si existe información sobre los de mi especie y a pesar de esto no nos atrapan la respuesta es muy sencilla: estamos en el gobierno. La mayoría de nosotros somos (por orden del mayor al menos) católicos, judíos, cristianos, budistas, cabalistas, y algunos paganos.

Es triste pero a pesar de todo ¡la mayoría no tenemos colmillos! Siento decepcionarte. Algunos creemos que los seres humanos no son más que trozos de carne. Y por último no nos convertimos en murciélagos por las noches y no dormimos en ataúdes (algunos ni dormimos) por si te quitaba el sueño.

Y terminó la información con esta línea:

"Uno no puede elegir de que sangre desea beber

Si se enamorará, matará, robará… Nada

La única decisión certera en nuestra vida es una

Lo queramos o no siempre lastimaremos a los que más nos importan"

Sentí el castañeo de mis dientes, el temblor de mi cuerpo…

Aquello era una verdad demasiado amarga y desoladora para mi razonamiento… ¿Cuántas veces he convivido con un vampiro sin saberlo?

Si todo era verdad y eran así de fuertes y difíciles de matar podrían aplastarnos (me clasifique con los humanos) con la facilidad con la que un pie aplasta a un gusano.

1 comentario:

leire dijo...

Hola mi niña,uff cuanta información nueva de vampiros, no me imagino a nuestro Edward esteril,jjajajj,, cariño me encanta la historia, me tienes atrapada como me paso con crpusculo,un beso sobrinita,te quiero